jueves, 11 de marzo de 2010
VI / Tierce couleé porque te quiero
Puedo reconocer que te quiero en el milagro
horizontal que me ofrece tu cuerda floja
cuando se desdobla para recibir mi aliento.
Me rindo ante tu danza distinta
de máscaras y cuentos.
Ante el estrecho disparejo,
como morada de tibia seda,
que sostiene la esperanza
en la otra orilla de la noche.
Te quiero cuando tu respiración,
como silbido de látigo,
despierta los infantiles músculos
de mis arenas movedizas.
Ayer,
la infancia se hundía en el gesto ,
y el gesto en la derrota de la carne,
y la carne en la semilla que presagiaba ausencias
en el infierno fracturado de mis piernas.
Me muero de silencio
por ti, por tus ojos teñidos.
Te quiero con la boca al sol,
deshabitada en tiempo de mariposas:
Justo el tiempo necesario
para que el amor nos quede ileso,
para que el amor
pueda ponerse a salvo de nosotros.