jueves, 11 de marzo de 2010
VII / Allegro disimulado (A propósito de mi cumpleaños)
Eres testigo.
Noto cómo me voy volviendo
menos cierta y más confusa,
disolviéndome en el aire cotidiano.
Para vivir un año es necesario morirse muchas veces:
Mover el corazón todos los días noventa veces por minuto.
Y cae tu sombrero en el vicio de mi celebración,
el cabello castaño sobre el rostro,
el brillo magenta a contraluz.
Para que mi ser pese sobre el suelo
fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo:
cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro nuevo cuerpo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
el viaje milenario de mi carne,
trepando los siglos y los huesos.
Yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda,
escondido,
entre los restos.
Tu voz en diálogo divino con la Muerte.
Amor perdido que pausó mi alboroto:
Magia con música de cuerdas.
Un aleph girando en la garganta.
Lección aprendida:
El éxito de todos los fracasos.
El I-Ching exaltado en el nervio del desaliento.
Cuando no sepas qué hacer,
sin vergüenza, vente conmigo.