NUESTRO CIRCO IMAGINARIO

sidereazul@hotmail.com


___________________________________________


Estoy más convencida que nunca que la vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay otra forma de conocerla más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. La vida no me está esperando en ninguna parte; me está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que he de alcanzar; está aquí y ahora, en este mismo momento: en mi respiración, en la circulación de mi sangre. Cualquier cosa que yo sea, es mi vida y soy yo…

La oscuridad también es buena y también es divina. Y confío en que esta danza paciente, hará que me encuentre con una mañana en que la felicidad surja en mi corazón, y lo hará desde una fuente desconocida, y que esa fuente desconocida será la existencia misma: confronto mi vida para encontrarla.

Gloria.

___________________________________________


jueves, 11 de marzo de 2010

VIII / Mezzoforte amurallado


Algunos días después
la noche se instaló
en la peana de mi vida.

(A sorbos me absorbe el miedo)

Antes de la oscuridad, terminó el poema
con insolentes y desnudas señales de humo.
Permitimos que las manos agonizaran agazapadas
como ciegos ríos.
Quemamos la tinta de verso de los mapas
sin que marcaran el punto y el instante
donde acampaba,
ingenua,
la contraseña del abrazo.

El silencio prolongado,
síntoma inequívoco y recíproco
de desesperadas revelaciones,
se alió con las flores del desayuno
para asesinar a los signos
de la comunicación perecedera.

¿Qué bebida hechicera bautizó tu lengua de luna inalcanzable?

Lanzamos al viento
el presagio de encontrarnos,
pero la aventura prometida de perdernos
nos sepultó bajo el riesgo de amanecer,
por todos los días, en todos nuestros silogismos.

¿Qué motín de la inconsciencia me impide
dibujar el cuento que encendiste en mi cabeza?

Después de tanto callarnos,
no destruyas con la voz
la única bienvenida que me queda
cuando te arropo,
antes de dormir,
libre en mi memoria.

Detrás de la pisada, en tu guitarra,
persiste en el tiempo
un olor nauseabundo a piedad,
un árbitro de arena,
tal vez
una esperanza.