jueves, 11 de marzo de 2010
IX / Glissando entre mis alas
Hay nostalgias de derrota inevitable
que saben a memoria de un sueño testamentario.
La parvada de angustia que asalta mi pecho, trina.
El viento que sopla sabe a lluvia, a tristeza de luto:
Te abandono.
Alevosía migratoria
que planea a ras del suelo, sobre las alas carceleras,
de esta soledad en donde habito.
¡Maldita melancolía del adiós premeditado
en la que canto a la médula del presagio
el himno de la soledad de las nenúfares!
Hay una incontenible humedad
en una sola lagrima sin sustantivo.
Carta astral en lenguaje cifrado.
(Vete, dolor que lo menciona:
en paz quedamos
para que no vayamos por el mundo
como quien nunca tuvo cosas inmortales)
Se anuncia la estación
que gesta un dialogo de muertos.
Las ventanas se cierran,
atrapando las alas del viento trasmutado
en tiempo lento.
Pájaros velados en el pánico
se pasean entre hojas secas
en la búsqueda clandestina del desamparo.
Mientras nosotros,
espectadores lisonjeros de circo romano,
aplaudimos obsecuentes
la excomunión de nuestros besos.