Ya está completamente decidido:
a partir de ahora y en tu ausencia
voy a extrañarte por hora y por segundo.
Te traeré cargando en un poema
que nos recite intactos, todos, como fuimos,
para querernos como vengan la gana y el estío.
Besemos las palabras
como labios
lenguas
encías,
cenemos los verbos con las manos,
guisemos las letras con almíbar.
¿Qué más nos da?
Te propongo limpiar la casa,
transigir con sinónimos de abrazo,
de promesa o de caída.
Compartamos los silencios indelebles
para que nuestras pieles suspensivas
maticen el delirio, la sangre, la fortuna.
Ya llegarán las comillas,
oportunas o a destiempo
que venzan tu soledad disimulada,
mi niñez atrincherada,
y cada uno de los nombres
de todos nuestros muertos.