NUESTRO CIRCO IMAGINARIO

sidereazul@hotmail.com


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Estoy más convencida que nunca que la vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay otra forma de conocerla más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. La vida no me está esperando en ninguna parte; me está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que he de alcanzar; está aquí y ahora, en este mismo momento: en mi respiración, en la circulación de mi sangre. Cualquier cosa que yo sea, es mi vida y soy yo…

La oscuridad también es buena y también es divina. Y confío en que esta danza paciente, hará que me encuentre con una mañana en que la felicidad surja en mi corazón, y lo hará desde una fuente desconocida, y que esa fuente desconocida será la existencia misma: confronto mi vida para encontrarla.

Gloria.

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martes, 6 de abril de 2010

Me siento y callo


Me siento y callo.
Lo siento.
Te siento caer en el fondo espiral del linóleo estampado que reviste nuestra despedida. Lloramos oscuras lágrimas ambarinas que no desfilan. Lágrimas caramelizadas por el tiempo y el agobio y el estruendo enmudecido. Esas mismas lágrimas con las que soñamos –y sólo soñamos– anegar nuestro mundo de piñones rojos y ojos teñidos.

Repito mundo y se condensan los ecos: tu mundo asceta, mi simple mundo, nuestro mundo inmundo.
Escúchame y olvida que a nosotros nos ha matado el mundo, el mundo muerto:

Bramé herida sobre el oído sordo de los otros. Los otros que se corrompen en las esquinas erosionadas por los gritos (silencios) despavoridos del carnaval de embocaduras virtuales, gélidas y sin nombre. El nuevomundo de cifras viudas, de hombres ajenos, conectados entre sí como en copes nauseabundos en los que se arremolina el tercio de todas las ánimas invisibles.

Sobrevolé en la caja celeste, la caja cerrada del párvulomundo en el que siempre tuve miedo a todo lo que no fueran tus alturas: la garita más alta de la que me he lancé sin las alas puestas, escondía una vista panorámica a los pies lastimados de tu cama: las aristas traidoras de tu ausencia destrozaron mi cuerpo y parí un cadáver de amor bocetado con tiza blanca de cicatriz indeleble.

Hendí el bajomundo que existe entre las piernas adoloridas donde el aire se empachaba de gemidos corolarios, donde follamos en el sofá como quien devora sauces neonatos y escribimos poesía (siempre), letra por letra, como si habláramos con las hienas; como si tratáramos, sin sangrar, de develar la más básica y animal de las necesidades.

Destilé el mundolinfático de miradas aguardientes, donde sorbí, como una esponja de mar en épocas de prohibición, de orgasmos tristes y luto literario, aquellas estelas de bendición impostora, de promesa cismática, de arrope náufrago.

Llamé a la puerta del otromundo, onírica ruina sin picaportes, para emerger de este hueco que me contuvo: donde me alquilé, donde me vendí, donde me escondí del sol que no corrió nunca la cortina, donde me violó el espanto de los fotogramas de un te quiero pulsado de abandono…

Y ahora te abandono: nos desmantelamos.

Me describo y callo.
Lo describo.
Te describo en la punta del olvido mientras se alarga el hueco de la espera en la toma de decisiones, o de escisiones. Saldo la deuda, pero contraigo una enfermedad de culpa imperecedera. Escucho la respiración de la vida. Mi mano busca la ofrenda mortuoria que existe entre el verso y el corazón (corazerso y muero, versazón y muero de nuevo). Tacho vida por la reciente animadversión a la palabra. Reescribo "oigo la respiración desde aquí". Tacho aquí porque ya no estoy donde me escribí por última vez. Pero estoy cerca. Tampoco tú estás lejos. Acaso entre tu aliento y la corona fúnebre del inframundo.